¿Qué le pasará a Boby?; Lo noto un poco decaído y no quiere jugar con su pelota favorita; ¿Le dolerá algo?...
Seguro que en alguna ocasión hemos notado que nuestra mascota no es la de siempre: no quiere comer, quizás haya vomitado, no sabemos si tiene fiebre, parece dolorido pero no sabemos de dónde, etc, etc.
Cuando nosotros acudimos al médico le decimos: Dr. me duele aquí, allí, o he comido esto o lo otro. Pero, por desgracia, nuestros amigos de cuatro patas no pueden decirnos qué les pasa, de ahí que la atención del veterinario sea crucial para intentar determinar qué es lo que sucede.
Nuestras mascotas son más fuertes que nosotros y, en muchas ocasiones, cuando nos queremos dar cuenta, el proceso que sufren está ya muy avanzado, con lo que las posibilidades de tratamiento quedan bastante reducidas.
Es por ello que acudir al veterinario nada más que comiencen los síntomas y un diagnóstico a tiempo, nos permita disfrutar de nuestra mascota durante más tiempo.
COMUNICACIÓN PROPIETARIO - VETERINARIO: LA PIEDRA ANGULAR
El propietario debe ser la voz de su mascota en la visita al veterinario ya que es quien mejor lo conoce. Debe ser sincero con el Doctor (decirle lo que le ha pasado, qué le nota, desde cuándo, si le ha dado alguna medicación, etc) pero centrándonos en la patología. Tengamos en cuenta que a nuestra mascota, por lo general, no le gusta estar en la mesa de exploración (cuanto menos tiempo, mejor), por lo que hay que ser concisos en la explicación y aportar sólo los datos que sean útiles.
Al igual que en medicina humana, en veterinaria se precisa de diferentes pruebas para llegar a un diagnóstico certero.
Las más usadas en veterinaria son: