El virus de la rabia es un virus ADN monocatenario encapsulado de la familia Rhabdoviridae capaz de infectar a todos los mamíferos (incluido, por supuesto, el hombre, por lo que se trata de una ZOONOSIS) aunque unas especies sean más vulnerables que otras. Murciélagos, mofetas, cánidos sivestres, mapaches y bovinos son las especies más susceptibles, mientras que los perros domésticos, gatos, caballos, ovejas y cabras están considerados de vulnerabilidad moderada.
El virus no es estable en el medio ambiente, es sensible a la mayoría de desinfectantes y se transmite a través saliva infectada inoculada por mordeduras, aunque también se ha descrito la transmisión por ingestión de tejidos afectados, inhalación del virus y vía transplacentaria, pero son más raras.
Los signos clínicos siempre son de sistema nervioso, pero la forma de presentación puede variar. Durante los 2-3 primeros días postinfección aparece nerviosismo, ansiedad y otros cambios de comportamiento de modo que, a medida que avanza la enfermedad aparece inquietud, irritabilidad, fotofobia, hiperestesia, convulsiones y muerte (entre otros síntomas).
La imagen que tiene la sociedad de perro rabioso con gran cantidad de saliva en la boca es debido a la disfagia originada por la parálisis de los músculos deglutorios, lo cual hace de ésto una fuente de infección perfecta para el propietario, veterinario y otros animales.
En animales sospechosos de padecer rabia no se recomienda ningún tratamiento por el riesgo que supone para la salud pública. Los animales asintomáticos sospechosos de padecer rabia serán aisaldos y permanecerán bajo control veterinario según la normativa vigente de cada localidad o ser eutanasiados para el envío de muestras de tejido cerebral para su envío al laboratorio de diagnóstico.
La vacunación es una medida eficaz para la prevención de la rabia en perros y gatos. Se comienza a vacunar a los 3 meses de edad y se revacuna según la legislación vigente en materia de prevención de la enfermedad. Existen estudios en los que se evidencia que perros y gatos no vacunados representan la mayor población de perros y gatos con rabia.
LA RABIA EN HUMANOS
El perído de incubación en el hombre varía desde 15 a 60 días y desde el comienzo de los signos clínicos, la enfermedad es irremediablemente mortal. En la mayoría de los casos en humanos se aprecian las 3 fases de la enfermedad: una primera fase melancólica (prodrómica) caracterizada por hormigueo en el punto de inoculación (mordedura, por ejemplo), tristeza y melancolía; tras 24-48h de aparición de los síntomas se da la fase excitativa (hiperexcitación ante cualquier estímulo sonoro o luminoso, salivación incesante, negativa a ingerir agua y dolor al deglutir); y por último la fase paralítica que termina inevitablemente en paro cardíaco.
El control de la rabia urbana se sustenta en medidas sanitarias aplicadas en perros y gatos, como son el censo de animales mediante microchip, vacunación de los mismos y uso de bozales y cadenas, esto último regulado por cada normativa local.